top of page

Las noches de Cabiria (1957) El amor como el ansia de lo ideal

Actualizado: 31 dic 2020

Cuando el amor se convierte en la única esperanza en medio de la miseria.

Posicionar el amor como el ideal a alcanzar hará de Cabiria un personaje trágico.


Después del éxito de La Strada (1954), Federico Fellini trajo a la gran pantalla una historia que abordaba las aventuras de un grupo de estafadores que se aprovechaban de un pueblo pobre para sacarles dinero, emulando hallar cofres de tesoros enterrados y pidiéndoles dinero a cambio en nombre de la Iglesia. Fellini conectó en esta obra rasgos propios de su estilo como la referencia de fiestas y eventos sociales dentro del espectáculo, siempre marcando la decadencia social y moral del hombre, en este caso a través de su protagonista Augusto (Broderick Crawford), líder del grupo de estafadores que ha pesar de ser un farsante, sentía compasión por los más necesitados (mismos a los que estafaba). Esta ambigüedad con la que Fellini crea a sus personajes, es parte del estilo autoral del director a la hora de inventar sus conflictos: normalmente, sujetos movidos por sus deseos frustrados, sus sueños incumplidos o sus amores fallidos, lentamente conducidos a una decadencia y asomando en alguna secuencia, los estrafalarios accidentes de una sociedad italiana en deceso. Almas sin conciencia (Il Bidone, 1955), también fue interpretada por la esposa y musa de Fellini, Giuletta Massina, con quién compartía ya en ese entonces una docena de años unidos en matrimonio. Si bien, Il Bidone no fue la obra más brillante del realizador, es importante mencionarla como una película de intermedio en la época más gloriosa dentro de la trayectoria del cineasta, pues fija el precedente para aventurarse a retratar una sociedad italiana plagada por la fiesta, el dinero, la prostitución, la inmoralidad y el ser humano en decadencia.


En La strada, ya habíamos visto elementos fellinianos como el caso del circo, la representación de diferentes clases sociales como la pobreza o el personaje inocente e idealista que se opone a un medio o a unos personajes que lo oprimen, como inmediata fuerza antagónica. Dichos elementos son recuperados para elegir a Massina nuevamente como protagonista y dotarla de una personalidad opuesta a la inocente e ingenua Gelsomina de La Strada. En Las noches de Cabiria (Le notti di Cabiria, 1957) Giuletta Massina interpreta a Cabiria Ceccarelli, una prostituta de la zona de Ostia en Roma. La mujer, al contrario de la ya mencionada protagonista de La strada, es de carácter duro, recurriendo constantemente a la burla y a la humillación ajena. Su petulancia no le impide ser popular entre los clientes varones que se dan las vueltas por la marginal Ostia en la que las prostitutas esperan paradas, con una sombrilla y sus excéntricas pieles. La película arranca con una fuerte presentación, y vemos a Cabiria acompañada de un hombre caminando cerca de un río. La mujer canta de manera encantadora hasta que el hombre que la acompaña la empuja al río, no sin antes quitarle el bolso. La mujer cae al agua y pide ayuda a gritos, hasta ser rescatada por un grupo de trabajadores que andaban por los alrededores. En lugar de agradecer que le hayan salvado la vida (puesto que Cabiria no sabe nadar), la rescatada los insulta y se va indignada, furiosa con ellos por tratar de “tenerla retenida”. Fellini marca en un comienzo frenético, el rasgo de carácter de la protagonista, pues cuando ésta llega a su casa busca desesperadamente al hombre que la dejó, quien por lo visto es su pareja. Cabiria tenderá a depositar su esperanza en otras personas a lo largo de la película, en este caso en su pareja que le ha robado y al contrario, Cabiria hace de oídos sordos cuando su amiga Wanda (Franca Marzi) le dice que el hombre con el que salía ha sido el responsable de empujarla al río, pues Cabiria defendía a grito pelado que se había caído. Supiera o no supiera Cabiria la verdad, lo que es un hecho es que ella se negaba a aceptar lo que Wanda le decía, la necedad y la necesidad de no querer ver, hacen de Cabiria un personaje testarudo y a simple vista, orgulloso, que se niega a aceptar otros puntos de vista y trata al resto de la gente que realmente se preocupa por ella (como Wanda) con la punta del pie. Posiblemente por eso el guion de Ennio Flaiano, Tullio Pinelli, Federico Fellini y Pier Paolo Pasolini se desarrolla de manera tan orgánica, pues todo el conflicto esta motivado por narrar la aventura de una mujer que es presa de su propia voluntad pero que, aparenta ser una “presa del sistema” más que Fellini acostumbra a retratar, en aras de detallar una sociedad italiana depredadora y desigual.

El constante mal trato de Cabiria la hacen ser un personaje solitario, en medio de la noche.


Ahora bien, si retomamos la odisea de Cabiria a lo largo del film, la historia se enfoca en cubrir una parte de la vida de la mujer, sin profundizar en retratos de la infancia o de la vejez. Cabiria Ceccarelli se embarca en una aventura cuando después de que una prostituta del otro lado de la acera insultase a su ex pareja, ésta se arrancase coléricamente contra ella. Como prueba de su carácter irascible y dominante, Cabiria arremete de manera violenta en contra de su rival y en una batalla desencajada se enfrenta a la prostituta tomándola de las greñas. La batalla “por defender el honor de Cabiria” se desarrolla, en el subtexto, por resaltar quién realmente es la mejor prostituta, se convierte más bien en una batalla de egos profesionales en donde el valor de las trabajadoras sexuales radica en la cantidad de clientes que éstas tengan, pues el éxito de Cabiria provoca los celos y los insultos de la prostituta enfadada que la agrede desenfrenadamente. Cabiria es llevada por la fuerza por otras prostitutas que la acompañan, hasta meterla al auto de Jessy (Dorian Gray) para no exponer su seguridad ni la de las otras compañeras, pues en dado caso de que la policía se hubiera dado cuenta, todas habrían sido llevadas a la cárcel (algo que Fellini enfatiza en otra escena en donde la policía encuentra el sitio en donde los clientes frecuentan a las sexoservidoras y éstas salen huyendo para evitar ser llevadas). Cabiria, haciendo muestra de su carácter, maldice a Jessy y a su pareja Amleto (Ennio Girolami) y termina bajando del auto molesta con los que intentaron salvarla y que incluso le dieron recomendaciones para garantizar su propia seguridad. El enfado de Cabiria se desarrolla esta vez, porque la recomendación de Jessy residía en que tenía que buscarse una pareja como Amleto para estar siempre protegida. La situación sentimental de Cabiria y la recomendación de Jessy (que a pesar de no ser con mala intención si resaltaba un problema de carácter de Cabiria), terminaron por enfadar nuevamente a ésta y por provocar que saliera del auto, bajando azarosamente en un sitio notablemente más distinguido que la pobre y marginal Ostia. Una vez allí, Cabiria se encuentra con Alberto Lazzari (Amedeo Nazzari), un distinguido actor al cual admira y quién después de la riña emocional del momento, decide llevarse a la protagonista a su casa para desquitarse. En lugar de hacer lo acostumbrado por la sexoservidora, Lazzari la trata de manera gentil llegando a interesarse por ella, solo después de llevarla a un club nocturno y de romper la barrera distante y material que la estrella mantenía. Las palabras del actor y el trato recibido deslumbran a Cabiria más de lo que hizo su casa/mansión llena de lujos, llevándola a creer en algo en lo que aparentemente había dejado de pretender tras su más reciente situación sentimental: el amor.

Cartel alemán de la película: Cabiria baila junto a Alberto Lazarri quien la observa.


El amor es el tema central en Las noches de Cabiria. El amor como normalmente se presenta en el cine, como un amor convencional que resulta resolutivo y como fin último de los personajes quienes pese a las circunstancias y adversidades lo consiguen, ahora es criticado por Fellini, quien a partir del encuentro de Cabiria con Alberto Lazarri, conduce la historia en la dirección aparente de intentar conseguir ese amor. Cabiria, quién tanto agredía a la gente y quién parecía hasta cierto punto “desinteresada” en esas cuestiones (sin contar su romance inicial), deposita en este amor todos sus deseos, o más bien, uno solo que se materializa en la búsqueda del amor: el cambiar de vida, el ser feliz. Para Cabiria, la solución a su infeliz vida radica en agentes externos a su persona, y como se comentaba respecto al rasgo de carácter de la protagonista, poco a poco, irá asomando a lo largo de la historia como esa necesidad de ser feliz se traslapa hasta en la misma religión; en una secuencia, acompaña a sus compañeras a la marcha religiosa del pueblo, para brindarle tributo a la virgen. La marcha sirve no solamente para destacar un elemento recurrente dentro de la filmografía del director (la religión), sino también para que el personaje de Cabiria se arrodille ante la Virgen, y se deje llevar ante la ola de fanáticos religiosos que le lloran a la Virgen María, esperando que esta los saque de su miseria, y como en el caso de Cabiria, les conceda la felicidad. Más tarde, al ver que los deseos suyos no se cumplen, Cabiria se emborracha después de la marcha religiosa, para después ir a dar a un show de magia. El elemento de espectáculo no podía faltar en una película de Fellini, y tanto el entretenimiento de Alberto Lazzari como el espectáculo de magia de Cabiria, son parte de los constantes espectáculos que Fellini tiende a representar, mucho porque estos eventos, principalmente el circo, conforman el antecedente más importante del cine según el director. En el espectáculo de magia, Cabiria pasa junto a un grupo de hombres al frente, y el mago la hipnotiza, haciéndola imaginar una cita con un sujeto imaginario llamado Óscar. Cabiria causa sensación por la inocencia que su inconsciente externa a la hora de estar hipnotizada, y la audiencia masculina aplaude maravillado. Cuando entra en conciencia, abandona el acto avergonzada y muy molesta, y al momento de salir, es interrumpida por un hombre (François Périer), tocayo del protagonista de su imaginación. Éste le propone salir y a pesar de que Cabiria se muestra desconfiada al principio, termina accediendo.

Cabiria hipnotizada imagina estar en una cita con un tal Óscar.


En dicho personaje, los deseos de Cabiria se materializan. La llegada casi angelical de Óscar le concede a Cabiria la oportunidad de conseguir, el hasta el momento, tan negado amor. El personaje que trabaja para el Gobierno, no solo servirá como hilo conductor de una relación a la cual Cabiria accede, sino que asoma el comportamiento de la protagonista en la conocida “fase de idealización”. Según Sigmund Freud “la idealización es un proceso que envuelve al objeto, sin variar su naturaleza, este es engrandecido y realzado psíquicamente” (Freud, 1914, p. 91). Para Cabiria, Óscar se comporta como ese objeto al cual engrandece, quien además se presenta con la mujer como un caballero inocente e idealista, aumentando así la idealización de la persona. Una de las cosas que más llama la atención es como, a la hora de pasar al frente en el truco de magia en donde Cabiria es hipnotizada, menciona que está con su madre. La estricta relación entre el vínculo materno y la idealización de la pareja es explicada por Belguenzunegui:

La elección de los objetos de amor que un sujeto realiza a lo largo de su vida viene siempre marcada por un objeto de amor primero fundamental: la madre. Así, cada elección de objeto va a ser un intento de realizar aquellas aspiraciones infantiles inconsciente a las que el niño quedó fijado […] y que quedaron reprimidas por la barrera del incesto. La consecuencia es que el objeto o los objetos amorosos que un sujeto elija a lo largo de su vida van a ser siempre sustitutos de aquel objeto primordial.

Esta relación entre el amor de la madre a la cual Cabiria hace referencia de manera inconsciente (estando hipnotizada) es crucial para el desarrollo de su relación con Óscar, y la idealización de su pareja puede incluso hasta deberse por una carencia afectiva durante la infancia. Saliendo un poco del área de lo estrictamente cinematográfico, es importante mencionar como dentro de la construcción de Cabiria como personaje, señalado lo anteriormente sobre la carencia de amor durante la infancia, está científicamente respaldado, pues ya desde la década de 1950 se demostró la importancia del “amor materno” a través del experimento de Harlow y la privación materna, en dónde un grupo de macacos bebés fueron separados de su madre. En su lugar, una madre de alambre con leche en un biberón suplió su figura, al igual que una madre de peluche. Los macacos solo iban con la madre de alambre por leche y pasaban casi todo el día con la madre de peluche. Al crecer, los macacos tuvieron trastornos sociales. De igual forma, la Clínica de la Universidad de Heidelberg en Alemania comprobó que la relación madre-hijo es determinante en la seguridad afectiva de la persona el resto de la vida. ¿Es acaso esta carencia maternal lo que influyó tanto en Cabiria? La respuesta no aparece en el film, y quizá ni el mismo Fellini lo sabía, pero el hecho es sugerente.

Experimento de Harlow realizado para comprobar la importancia de la privación materna durante los años 50.


Así como en el caso de la Virgen y en el caso del amor del comienzo, Óscar es la llave para la felicidad idealizada de Cabiria. Su valor no radica necesariamente en su persona, sino en lo que significa para la protagonista. En él, Cabiria ve reflejada la vida alejada de la prostitución que tanto desea, vive de cierta manera su "síndrome de las grandes esperanzas"; una experiencia que “se convierte en un mecanismo de proyección de complejos basados en las representaciones arquetípicas[1]” (Molina, D., Cardona, Á. D., Ángel, M. B, 2009, p. 11). El sujeto (Cabiria) se “enajena” y empobrece su concepción del yo para perderse en la percepción del otro, eliminando sus defectos o reduciéndolos a simples mezquindades. Como dice Montero:

“El enamorado sale de sí mismo y se pierde en el otro, o por mejor decir en lo que imagina del otro. La pasión es una especie de ensueño que se deteriora en contacto con la realidad.” (Montero, 1999, p.14).

A pesar de que el culpable del desenlace (el cual no revelaré) podría parecer el estado inconsciente al cual se somete el cuerpo en el proceso del enamoramiento, mucho debido a la exacerbada dosis de oxitocina que se libera, la realidad es que el responsable del funesto resultado es la misma Cabiria. Durante todo el film, Fellini ha expuesto de varias maneras como la prostituta es responsable de su propia persona, y como a pesar de las circunstancias y del medio opresor que tanto refleja Fellini en su filmografía, Cabiria siempre tiene la capacidad de elegir la actitud con la cual percibirse ante el mundo. De ella depende durante toda la película alejar a la gente amable que la procura (como los hombres que la salvaron de ahogarse al principio, o el caso de la misma Wanda). Su ingenuidad y su rasgo de carácter no son más que el resultado de la evasión de responsabilidades que Cabiria asume ante el conflicto; siempre alguien más tiene la culpa, y ante la necesidad de ser feliz, alguien más (el novio, la Virgen, Óscar) es el responsable de lograr alcanzar esa felicidad para Cabiria.

La fama de moralista con la que se conocía a Fellini no era de a gratis, pues a través del reflejo contrario de lo que su cine promovía (la integridad del hombre, la búsqueda del sentido, la convicción moral), Fellini lograba impactar al espectador con profundos retratos de una sociedad humana entregada al placer, pero sobretodo, un ser humano (tanto hombres como mujeres) siempre con la capacidad de elegir su camino, y de labrar su elección de vida, pero casi siempre, decantando y optando por la pobreza espiritual. Esto sería llevado de una manera aún más profunda en su próximo film, criticando múltiples sectores de la sociedad italiana durante la década de los sesentas, en la que es considerada al día de hoy, su estudio sociológico más complejo y la cuna de la decadencia: La dolce vita (1960).

Fuentes de consulta:

- De Laurentis, D. (productor) y Fellini, F. (director). (1957). La notti di Cabiria [cinta cinematográfica]. Italia: Paramount Pictures.

- DW Documental. (2019, diciembre 26). El amor, más que un sentimiento | DW Documental. [Archivo de video]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=5x4K8tQCw-U

- Filmaffinity. (n. d.). Almas sin conciencia.10/09/08. Filmaffinity, Sitio web: https://www.filmaffinity.com/mx/film999091.html

- Filmoteca San Joan d’Alacant. (2020, enero 20). Introducción a ALMAS SIN CONCIENCIA – CENTENARIO DE FELLINI – Filmoteca Sant Joan – Enero 2020. [Archivo de video]. Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=3GDjvkXcCuM

- Molina, D., Cardona, Á. D., Ángel, M. B. (2009) La muerte del amor idealizado. Una lectura de la construcción de pareja a la luz de los relatos: La mujer esqueleto y El cadáver de la novia. Revista Virtual Universidad Católica del Norte, 28, 1-21.

- Wikipedia. (2020). Federico Fellini. 10/09/20. Wikipedia, Sitio web: https://es.wikipedia.org/wiki/Federico_Fellini

- Wikipedia. (2020).Las noches de Cabiria. 10/09/20. Wikipedia, Sitio web:https://es.wikipedia.org/wiki/Las_noches_de_Cabiria

[1] Las representaciones arquetípicas son imágenes del inconsciente humano, mejor señalados en el libro del psicoanalista Carl G. Jung El hombre y sus símbolos.

2 Comments


Ronald Choque Ala
Ronald Choque Ala
Jul 22, 2021

Esta película me enseñó a amar el cine de Fellini. Para mí Fellini es Italia, así como Ozu es Japón.

Saludos

Like
Patricio Escartín
Patricio Escartín
Jul 23, 2021
Replying to

Ronald, totalmente de acuerdo.

Like

Únete a nuestra lista de correo

No te pierdas ninguna actualización

Redes sociales

  • Facebook
  • Instagram
  • YouTube
  • Pinterest

© 2021 por La Cuarta Pared.

bottom of page