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Top 6 mejores películas de Luis Buñuel

En celebración de su natalicio, éstas son a mi parecer las mejores películas del director de Los olvidados.


El pasado lunes 22 de febrero se cumplieron 121 años del natalicio de uno de los mejores directores de todos los tiempos: Luis Buñuel. Por ello, decidí hacer un breve top de cuáles son a mi parecer, las mejores películas que el español nos dejó como parte de su testamento fílmico. Para eso, conviene recordar brevemente un poco de la historia del realizador en aras de profundizar en el origen de su estilo, y a pesar de que este no pretende ser un ensayo que aborde la compleja condición audiovisual del español (algo que sí me propongo hacer para más adelante), resulta inevitable mencionar algunas de las temáticas que son características en el cine buñuelesco. Sin más preámbulo, comencemos.


La semilla de su cine


Adentrarse en la vida de todo cineasta implica viajar no solamente a sus primeros andares con el cinematógrafo, sino explorar sus primeros pasos en esta aventura que llamamos vida, ya que, aunque parezca insignificante, cualquier detalle puede ser sustancial para entender la génesis creativa de un artista, en especial si se trata de los primeros años de vida. Luis Buñuel nació con el principio del siglo pasado en el pueblo de Calanda, España, en el seno de una familia conservadora y profundamente religiosa. Ya desde ese momento se sembraba en Buñuel la espinita con la Iglesia y con las instituciones sociales de entonces (la Familia y el Estado), y si consideramos que el entorno socioeconómico que rodeó al español fue totalmente burgués, podemos entender que en la infancia del director yace la clave para entender su cine.

Más tarde en sus años de estudiante, Buñuel conoció a dos pilares en sus andares en la vida política y artística: Federico García Lorca y Salvador Dalí. Junto al segundo, Buñuel se incorporó a las filas del surrealismo, vanguardia artística que empezaba a cobrar fuerza en Francia y en Europa. Ahora bien, antes de pertenecer a tan selecto grupo, Buñuel realizó su ópera prima y la que es al día de hoy, la película más conocida del cineasta: Un perro andaluz (1929). La película se hizo popular gracias al hecho de ser considerada la máxima exponente de la vanguardia, y contrario a lo que Buñuel esperaba, fue una sensación crítica y pública. Producto de este buen recibimiento, el realizador decidió elaborar una segunda obra vanguardista pero que esta vez, lograse provocar al público y sin mayor ambición, realizó La edad de oro (1930), cortometraje que logró el cometido original de su realizador siendo un escándalo para el público conservador. Los años siguientes comprendieron una etapa relativamente “obscura” en la que Buñuel solamente hizo un documental (Las Hurdes, 1933), andando en diferentes empleos en torno al medio cinematográfico, pero sin lograr obtener ninguna dirección (aunque se cree que si hizo un par de películas en donde no se le dio el reconocimiento como realizador).

Con Un perro andaluz, Luis Buñuel consiguió la fama y ya desde entonces, un lugar en la historia del cine.


No fue hasta mediados de la década de los cuarenta que Buñuel regresó al cine en el rol de director, siendo la película ranchera Gran Casino (1946) la que enmarcó su no tan glorioso regreso. Este paso por México le significó a Buñuel reincorporarse al cine de una manera activa, suceso que le venía a bien por la crisis económica que vivía. Buñuel comenzó a hacer cine de estudios y elaboró El Gran Calavera (1949), film que contrario al ya mencionado Gran Casino, le dio el reconocimiento público, pues fue un éxito rotundo. Pero hasta el momento, nada se había visto del Buñuel que todos reconocemos y valoramos, solamente sus películas surrealistas habían logrado capturar ese destello de originalidad y de sinceridad del autor con su obra, pues las películas que había hecho en México eran productos comerciales pre hechos. El éxito cosechado por El Gran Calavera le otorgó el visto bueno a Luis Buñuel para hacer su primera película personal en tierras mexicanas, una película que abordaría la historia de la pobreza y marginación social a causa del gran crecimiento de ciudades que se vivía en esos días. A partir de este film, se desprenden los 15 años más exitosos de Luis Buñuel, su mejor etapa creativa y por la cual, he realizado este top. Ahora sí, sin más, comencemos con el listado.


6. Nazarín (1959)


Valorada por cineastas como Andréi Tarkovsky como una de las mejores películas de la historia, Nazarín reúne la “mejor” representación de la Iglesia en el cine de Buñuel, pues no era constante que el director ofreciese una buena impresión de dicha institución. La película narra el viaje del padre Nazario (Francisco Rabal) a través de diferentes pueblos, luego de ser perseguido por la ley y por la misma Iglesia al encubrir una serie de crímenes en los cuales Nazario no está involucrado, pero que por su caridad cristiana se niega a juzgar a quienes los cometen.


A pesar del gran carácter que Buñuel le imprime a su protagonista, la película hace una severa crítica a la fe católica y para ello, expone una serie de hechos que ponen a prueba a Nazario. Contrario a lo que podría parecer, Nazarín humaniza a un personaje que a secas, podría ser un apóstol más de Jesucristo, pero que más detenidamente, es un ser humano a quién su entorno se le opone cruelmente. Los límites entre el fanatismo y la convicción crítica, son parte de los temas que se sugieren dentro del film, todo en aras de completar la visión de un fiel vuelto mártir.


5. El ángel exterminador (1962)


Ganadora de dos premios en el Festival de Cannes de 1962, El ángel exterminador además de ser una de las películas más personales de Buñuel, comprende uno de los estudios más interesantes sobre la condición humana y por supuesto, sobre la burguesía. Buñuel regresaba a México tras el éxito internacional que había significado filmar en España la película de Viridiana (1961), film que lo consagró internacionalmente.


En esta ocasión, Buñuel se adentra a los rincones más profundos de su criticada burguesía y ofrece una premisa sumamente interesante: en una fiesta de sociedad, una inexplicable fuerza impide a los invitados el poder salir de la habitación en la cual se ha celebrado, dejándolos encerrados por días sin posibilidad de poder comer o beber algo más a lo existente en la habitación. Además de ello, ninguna persona externa a la fiesta puede entrar a la habitación, pues la fuerza invisible se los prohíbe. De manera elegante, interesante y tragicómica, Buñuel nos narra la “barrera de la hipocresía” que muchas veces rodea este tipo de entornos sociales, y en un film donde el protagonista se difumina y pasa a ser más bien un protagonista colectivo (la burguesía), nos cuenta como las convenciones sociales y los modos son irrelevantes cuando está de por medio nuestra integridad física. La película es una de las más complejas de Buñuel (aunque no por ello menos disfrutable) pues ofrece múltiples maneras de ser comprendidas, entre los que resaltan (además de los ya mencionados) propuestas como ¿qué es lo que realmente nos distingue como individuos?, ¿en dónde radica nuestra humanidad?, ¿cuál es la importancia de las normas sociales? Muchas de estas preguntas son planteadas y respondidas en el metraje de Buñuel, y sin lugar a dudas, se conjuntan con muchísimas formas más de entender a la alta sociedad del México de los años 60.


4. Él (1953)


Muchos críticos (Tomás Pérez Turrent, Fernanda Solórzano y el escritor Carlos Monsiváis, entre otros) han posicionado el film como la mejor película del cine de Buñuel, pues es calificada como la película que continuó con la sinceridad del director en sus temáticas y en su manera de hacer cine, el mismo Buñuel dijo que era la película con la que mejor se identificaba. Él documenta la relación de un hombre celoso (mostrado como un hombre rico, perfecto cristiano y virgen aún a sus cuarenta) obsesionado con poseer y controlar a su mujer. Nuevamente sale a relucir los temas freudianos, mientras que la proyección psicológica de Jung (y el ánima) también son parte, pero sobretodo, la paranoia llevando al protagonista a buscar poseer a su mujer a costa de todo. Él se puede ver como un análisis de un hombre (interpretado por Arturo de Córdova) que es víctima de un orden social, político y religioso, resultado parecido al hombre de La Edad de Oro, solo que en este caso, el protagonista acata las órdenes sociales, sumido en su propia hipocresía y en la represión de sus deseos. La película se adentra en elementos característicos del estilo de Buñuel, como el deseo sexual, el fetichismo, la religión, la burguesía hipócrita, etc.


Subestimada en su momento, Él ha venido a ser una de las mejores películas del cine mexicano con el paso del tiempo, mostrando la calidad de Buñuel a la hora de idear personajes complejos y realistas. No queda de más mencionar que el film inspiró a cineastas como Alfred Hitchcock para hacer su tan reconocida Vértigo (1958), película en donde las similitudes entre ambos protagonistas son más que evidentes.


3. Belle de jour (1967)


Si hablamos de idear personajes complejos, no hay que dejar fuera a uno de los caracteres más interesantes en el cine buñuelesco: Sevérine (Catherine Deneuve). Además de ser un gran creador de personajes femeninos, Buñuel imprimió en el personaje de la bella Catherine Deneuve, una serie de contradicciones que hacen tan atractiva su historia; Sevérine es una burguesa recién casada, quién producto de su deseo de cumplir sus fetiches sexuales, comienza a trabajar en una casa de citas durante las tardes. Lo intrigante es como Buñuel propone las pulsiones sexuales como destinadores de las acciones de Sevérine, pues a diferencia de sus compañeras, las acciones de la joven no se ven impulsadas por una carencia económica, sino por un deseo socialmente reprimido.


La obra se consagró como la obra maestra de la etapa francesa de Buñuel, periodo que comprendió el último de su carrera. Nuevamente reaparece la mujer buñuelesca: virgen o prostituta. Para la sociedad burguesa de la época, no existe cabida para la experimentación sexual y mucho menos para el masoquismo, algo que Buñuel refleja, pero además de eso, le da una dimensión diferente al deseo, yendo más allá de simplemente mostrar como las convenciones sociales impedían cierto tipo de conductas, pues plantea la duda sobre hasta dónde somos capaces de llegar con tal de satisfacernos.


2. Los olvidados (1950)


Sé que el colocar en esta posición a la mejor película mexicana de la historia (según Sector Cine, 2020) abrirá paso a la polémica, pues a menudo se considera a Los olvidados como la mejor película de Luis Buñuel, aunque yo no pienso lo mismo. Aún así, cabe mencionar que dicho film es por mucho, uno de los mejores de la historia y por supuesto, un film esencial en la historia del cine nacional.


Los olvidados significó un antes y un después en el cine mexicano, sobretodo por la época en la que se hizo. Durante aquellos años, el cine mexicano vivía el ombligo de su edad dorada; habían transcurrido cuatro años de que la María Candelaria (1944) de Emilio Fernández se había proclamado en el Festival de Cannes, y tres años de la versión idealizada de la pobreza de Nosotros los pobres (1947) de Ismael Rodríguez. Acostumbrados a este tipo de representaciones de la pobreza en México, el contemplar tan cruel historia como la que un extranjero se había atrevido a hacer sobre nuestro país, significaba un insulto a la patria, una “blasfemia” nacional y por obvias razones, le valió el rechazo público y crítico a Buñuel, hasta que ganó mejor dirección en Cannes. La polémica ocasionada y el subsecuente reconocimiento (ganando 11 premios Ariel, incluyendo mejor película) no era para más, pues Luis Buñuel propuso una serie de temáticas que eran casi tabú, y las realizó una manera ejemplar, acompañado de la grandísima fotografía de el que sería un gran colaborador suyo, Gabriel Figueroa.

La miseria con la que Buñuel hizo Los olvidados no era algo que se hubiese visto antes en el cine mexicano.


En Los olvidados, Buñuel utilizó sus principios surrealistas para potenciar el drama realista. La crueldad de su imagen se asemeja a la miseria de Las Hurdes, aunque no faltan aquí aportaciones surrealistas como el sueño de Pedro. Abordó de gran manera el conflicto de la urbanización y des urbanización de las ciudades, y los conflictos entre las diferentes “castas” derivadas de las divisiones sociales. Cuando Buñuel realizó la película, quiso imitar la corriente neorrealista, por lo tanto se fue a las favelas a observar como se relacionaban los niños de barrio. Buñuel estuvo obligado por el presupuesto, a tener que recurrir a maestrías narrativas que abarataban costos, como las gallinas en señal de amenaza constante o la sugerencia de un pederasta que intenta llevarse a Pedro.


La película recibió el reconocimiento de la UNESCO a Memoria del Mundo, por representar de manera sumamente realista la manera en la que se vivió en determinada época. Al día de hoy, es impresionante ver la vigencia con la que Los olvidados se expone, y es un recuerdo constante de como las flaquezas de la condición humana no son exclusivas de la burguesía.


1. Viridiana (1961)


La obra maestra de Buñuel centra su premisa en la visita de una novicia (Silvia Pinal) a la casa de su tío (Fernando Rey), quién le ha pagado sus estudios. A partir del encuentro generado entre ambos, y del increíble parecido de su sobrina con su esposa fallecida, Don Jaime decide retener y poseer a Viridiana, pero al hacerlo se distancia más de ella. Las subsecuentes acciones de Viridiana, quien decide renunciar al convento y dedicarse a la caridad es lo que hace el film con el que Buñuel regresó a España, tan especial, pues el director construye una crítica a la caridad cristiana, y si lo que había hecho en Nazarín (1959) no había bastado, en Viridiana ofrece a un personaje de gran corazón, impulsado por su voluntad de servir, pero a la vez, cohibida por la negación de un naciente deseo.


Si en Bella de día, Buñuel exploraría el deseo liberado sin ningún tipo de barrera personal, en Viridiana decidió abordar magistralmente el deseo prohibido y negado por uno mismo. A este tópico, le sumó el hecho de que las buenas intenciones y la caridad de Viridiana, no resultan siempre de manera exitosa y que el ser humano no es intrínsecamente bueno, sino que en su naturaleza subyace cierta maldad. Nuevamente reaparece la pobreza en una faceta poco favorecedora, y Buñuel no se retrasa tampoco en criticar a la Iglesia y a la fe en la que se sustenta.

La crítica a la caridad religiosa es puesta a prueba, y esta vez los mendigos son los antagonistas, asomado el lado más desagradable de la naturaleza humana.


Pero lo grandioso de Viridiana y por lo que en mi opinión es superior a Los olvidados, no se encuentra únicamente en los temas que toca, sino en la manera en la que está contada. Buñuel encuentra su mejor versión a la hora de narrar, y es capaz de sugerir diferentes significados posibles a partir de la imagen, como en un secuencia en la que la novicia se niega a ordeñar a una vaca argumentando que “no sabe”, cuando realmente es la semejanza de la ubre de la vaca con un falo lo que le impide a la novicia desempeñar tal acción. De esta manera, Buñuel elabora su tesis, demostrando que el cine antes de ser sonoro, ya narraba poderosos mensajes a través de las imágenes.


El reconocimiento del director concretó en el que es considerado por muchos cineastas, como el máximo premio que se puede ganar: Buñuel ganó en Cannes la tan anhelada Palma de Oro. Por otro lado, la cinta fue censurada por su final y el director se vio en la necesidad de alterarlo, aunque el final que todos podemos apreciar en la película resulta incluso más provocativo (pero con más subtexto) que el primero. La censura franquista obligó a Silvia Pinal a llevarse de España la última copia resguardada y por eso, es que hoy podemos hablar de la mejor película del mejor director español de todos los tiempos.


Conclusión

Buñuel a lo largo de los tres periodos que comprendieron su carrera: el surrealismo, el periodo mexicano y el regreso europeo.


Al día de hoy, Luis Buñuel es conocido como uno de los realizadores más importantes que hemos podido apreciar en el séptimo arte. Su cine, siempre provocativo, busca que el espectador no se desempeñe de manera pasiva, sino que reflexione a partir de lo que ve en pantalla y sobretodo, que se cuestione sus propios deseos, negaciones y contradicciones. Como hemos podido ver, resulta casi imposible encontrar a un genio al que no le tocase vivir la censura (Tarkovsky, Kubrick, Angelopouoos, por mencionar algunos) pero dichos intentos resultan más esbozos inútiles de erradicar el talento y el discurso de estos grandes realizadores. Buñuel fue un hombre que no necesitó de grades maquinarias y de elevadísimos presupuestos para contar historias repletas de humanidad, que no solo comprendieran el reflejo de la sociedad de su época sino que utilizaron lo que vuelve a una obra de arte universal: el misterio. Acusado de simbólico, ofensivo y gratuitamente provocativo, el cine de Buñuel es más que una simple crítica a las instituciones predominantes, es un recuerdo constante de nuestra propia humanidad y una oda a lo mejor (y peor) del ser humano. Revisar a Buñuel es revisar una manera, única y brillante, de entender a la sociedad y también, de entender nuestra propia condición humana.

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